Subida
a mis tacones
Ya he descubierto porque mi relación tan íntima con los zapatos de tacón. Me cuenta mi madre que tenía unos zapatos de bebé que me quedaban estrechos y mi abuelo materno quería comprarme unos nuevos, aprovechando que visitaban Güimar que por aquellos tiempos era cabeza de comarca me llevaron a sacarme unas fotos, se suponía que estrenaría los zapatos recién comprados pero... se olvidó mi madre ponérmelos y la foto salio con los viejos. Ya desde entonces los zapatos se cruzaron en mi camino.
En
mi adolescente la compra de ropa y zapatos nuevos se limitaba a las fiestas
patronales que se celebraban en Julio. Y yo contaba con la suerte de tener a mi
prima Rosa que zapato de tacón que no usaba por alguna causa, me los daba,
zapatos nuevos y bien bonitos, el mejor regalo que me podían hacer, recuerdo
unos de plataforma de color beige que lleve a las fiestas de San Andrés por
alguna causa no olvido aquellos zapatos. Y mis primeras botas negras brillantes
de tacón de aguja que mi tía-abuela Amalia tanto le gustaba verme puestas, y
unas botas de color calabaza de ante que por aquellos entonces se usaban mucho
y que sólo me atrevía a ponérmelas yo por el color tan chillón y difícil de
combinar con la poca ropa que tenía.
Y los tenis azules cielo abotinados (imitación
barata de los Star), que destacaban absolutamente con cualquier ropaje que me
pusiera. Y como sin tacón no era yo... las deportivas con tacón azul marino y
blanco que me atrevía hacer deporte con ellos, buenos tobillos que he tenido porque
nunca me dieron problema ni una torcedura siquiera.
Cuando empecé la edad del “pavo” los sábados y
domingos tocaba paseo por la única calle del pueblo donde la concurrencia era
obligada y yo con mis zapatos marrones de tacón alto regalo de mi prima que de
tanto pasear por la Calle La
Arena siempre terminaba con una ampolla en alguno de mis dedos pero... que bien
que todos se fijaban que llevaba tacones.
Hasta para ir a la playa elegía unas chanclas con
plataforma cuando empezaron a proliferar diseño tan original, podía ir por la
arena y subida a unos centímetros del suelo, tendrá que ver esto con mis ansias
de volar y de escalar en la vida o quizás en la necesidad de hacerme notar
usando unos centímetros más de lo que la madre naturaleza me otorgo porque
metro y medio y 5
centímetros más no es gran altura.
Un día de verano en Murcia, paseaba con mi amiga
Dolores y a cada tienda de zapatos que veía mi expresión de alegría iba en
aumento, aquellos escaparates llenos de “zapatillas” me alegraban a cada paso,
se notaba que estábamos en la parte de España catedral de las mejores fábricas
de calzado. Mi amiga después de un buen rato observándome y sin poder
aguantarse me pregunta que porqué digo “zapatillas” cuando ella no ve ningún
modelo en el escaparate… ¡claro! Para ella “zapatillas” son las “cholitas de
levantar”, aquellas maravillas que yo admiraba eran: “Zapatos de tacón”. Otro motivo más para conversar de algo tan
banal como son los zapatos, ya sean de tacón, de plataforma, sin tacón…
Uno de los detalles que más me hacen disfrutar es
contemplar unos cuantos pares de zapatos que sólo me he puesto un par de veces,
no porque no me gusten o sean incómodos, que va, porque no son diseños para el
trote diario, sacarlos de las cajas debidamente apiladas del armario, mirarlos
y luego guardarlos como quién guarda un tesoro, parecerá raro pero a mí me
carga de energías.
Y que decir
de cuando no tengo un día esplendido y me subo a unos taconazos... cualquier
decisión se toma con más aplomo, se ven los colores que otras veces no se ven
y… me siento la dueña y señora de mi mundo. Lo que hacen unos centímetros
ganados a la gravedad.
Mi deseo confesable y espero disfrutar, unos “Manolos” de hace varias temporadas dónde el diseño del tacón imita las patas de las mesillas de noche clásicas, de madera torneada… me imagino calzando esa maravilla caminando por cualquier calle y sintiendo que el mundo se para a contemplar mis pies adornados con tan bello ejemplar… Vamos sueño con esos “Manolos” o cualquier otro modelo de este artista palmero, porque además el personaje más influyente en moda de calzado es canario.
Y mi última
adquisición unos zapatos de plataforma azul eléctrico con aplicaciones de
piedras blancas brillantes, nada discretos y como el resto descansando en su
caja hasta que los vuelva a enfundar para seguir viendo el mundo desde otro
vértice, desde mis ojos particulares “comiéndome” el mundo real.
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