miércoles, 2 de septiembre de 2020

MI MAR







Y más allá 

¿Qué hay? 

Hay luz, esperanza y azul

Las olas bailan las ilusiones

las rocas sostienen los pensamientos

y tú besas la fortuna del momento.

Maresía que inunda

los huesos de fundamento.

El mar se cuela libre

a los rincones del firmamento

y más allá

La espera, la compañía y esa

sonrisa nueva.

¡Ay! Mar de Agache

que meces mis sueños

y cantas mis anhelos 

y más allá...

¿Qué hay? más allá


Los nietos que no están

los hijos que vendrán

los amigos que volverán

los recuerdos sin pesar

los abrazos

los besos

las caricias

los lamentos,

la vida que continúa 

sin acentos

sin ruidos

sin retroceso

Y más allá está

Mi Mar.


Toñi Alonso (1/9/2020)


lunes, 24 de agosto de 2020

Buscando Raíces

 

Mis pasos seguros al pasado, se convierten en una aventura de sentimientos. Mi tatarabuela Fabiana María Concepción Pérez Gómez, nació en la Villa de Arico el año 1842. Y yo visito por primera vez sus veredas, paseo por dónde ella lo hizo y me impregno de la historia de este maravilloso pueblo del Sur de la Isla.

Sus casas, aún de pie resistiendo el paso del tiempo y la soledad, se abren ante mí. Las escaleras de tea sin peldaños, bailan ante mis ojos, conocedoras de tantas vivencias pasadas. Cada rincón del camino, se muestra como flor abierta en verano, y la brisa de la tarde me susurra amores perdidos y olvidados.


Rescato de mi memoria, la imagen serena y seria de Fabiana. Su legado se resiste a morir, entre estas lajas chasneras y tuneras. Y en cada puerta desvencijada reconozco un atardecer de "conversas" y costura. Los chaplones se iluminan como antesala de acontecimientos familiares y aunque sus moradores ya no estén yo les presiento sonrientes, gente trabajadora. Luchadores por vidas mejores, que fueron capaces de abandonar el refugio de su hogar y emigrar. Atravesar el océano y volver a construir un futuro. y algunos como Fabiana volver a su casa. Volver a empezar y con 80 años cerrar los ojos, en otro pueblo sureño. Candelaria, le vio partir en 1914.


Tras las ventanas medio abiertas, el pasado se apodera de mi, y apenas puedo respirar, Fabiana tenía dos hermanas: Luisa y Amalia. Ahora se que heredamos también sus nombres. Ahora se que el sol de estas montañas, y el aire que se cuela en sus barrancos también me han moldeado.



Busquemos nuestras raíces, sin querer encontrar cosa concreta. Porque el azar, la casualidad, o lo ya escrito, nos encontrará a nosotros. Solo tenemos que dejarle pasar.

Ahora cada vez que necesite estar arropada y segura, visitaré Arico. La búsqueda de mi comienzo ya terminó.

Toñi Alonso 24/agosto/2020.


martes, 12 de mayo de 2020

HILOS INVISIBLES. DÍA DE LA ENFERMERÍA


Hilos invisibles

El tiempo se puede medir, eso ya se sabe, pero como lo hagamos es otra cosa. Los años compartidos con los profesionales de la Escuela Universitaria Ntra. Sra. De Candelaria, se miden por emociones.

Luchar sin rendirse por dar lo mejor de cada uno, sería el resumen. Aquellas miradas cómplices entre profesores, el silencio en ocasiones, y las muchas veces de apoyarse unos a otros. Eso, es lo que para mí tiene mayor valor en la enseñanza. Han contribuido a crear unas generaciones de enfermeras preparadas en los cuidados, y también en el corazón.

Los estudiantes que se han formado aquí, deben estar orgullosos, porque han tenido un plantel de docentes implicados para que salgan lo mejor preparados y con las mejores garantías de futuro.

Con todos los desafíos superados. Cada promoción se gradúa con  el orgullo de pertenencia a esta Escuela. Y eso hay que manifestarlo, porque es un tesoro guardado que deben explotar. Los egresados no se pierden en el mundo laboral, siguen siendo parte de la Escuela, siguen vinculados con unos u otros de la manera que ellos escogen.

Hoy día de la Enfermería, les quiero felicitar por los conocimientos que han trasladado a sus alumnos, y sentirnos tranquilos que estamos en buenas manos. También por ese sentimiento de servir a los otros.

Gracias por enseñarme, que ser ENFERMERA es más que una profesión. Los hilos invisibles que unen a estudiantes, profesores, enfermeras, y hospital, van más allá de los conocimientos, la unión de sentimientos les hace ser mejores.

Toñi Alonso
12/05/2020


Aquí les dejo el enlace para acceder a la página de la EUENSC,

https://sites.google.com/ull.edu.es/euensc-12mayo

miércoles, 29 de abril de 2020

PASEO POR SAN BLAS


CALLE SAN BLAS, SEGÚN EL CENSO DEL 1779
San Blas - Manolo Ramos en Candelaria Forever

Foto: Facebook- Candelaria Forever












Para poder conocer la calle de San Blas, visitamos el blog de D. Octavio Rodríguez Delgado, Cronista de Candelaria, y el blog Gen de Candelaria de Elías Torres Mesa. Y un día nos sorprendió Manolo Ramos con unas fotografías, que como un pellizco nos hizo pasear hasta la Cueva de los Camellos, pasando a visitar la Cueva de Achbinico, asomándonos a su puerta podemos sentir la energía de los ancestros, de nuestro pueblo.

El censo de población de 1779, que la Real Sociedad Económica Amigos del País de Tenerife tiene online, nos da la oportunidad de recorrer una de las calles más significativas del pueblo de Candelaria. En ese año, aparecen 17 vecinos y 53 habitantes, las casas numeradas y descritos sus habitantes. Si tuviéramos curiosidad por saber el año de nacimiento de cada vecino, solo tendremos que restar al año 1779 fecha del censo, los años de cada uno.

Exposición Diston. Ayuntamiento de Candelaria

Nos paseamos, con ropajes de finales del siglo XVIII. Y para hacerlo debemos conocer a D. Alfred Diston, que nació el 8 de febrero de 1793 en Lowestoft - Reino Unido y murió en el Puerto de la Cruz en 1861. Botánico y Artista, Diston fue un viajero peculiar. Académico honorario de la Real de Bellas Artes de Canarias, nos legó la indumentaria de la población isleña en el Siglo XIX, y a través de sus ojos podemos imaginar, como nuestras vecinas loseras se cubrían.



Acompañamos imaginariamente aquellos que realizaron el censo en 1779, por Candelaria, con el intenso olor a mar, la brisa moviendo las hojas nos encontramos:


Casa nº1      María Pestana de 52 años, hace losa, es pobre e infeliz. Con ella su sobrino Francisco de 12 años, de poco espíritu, se ejercita en servirle trayendo agua y leña, el muchacho no sabe leer ni escribir.
Casa nº2      Teodoro Pérez de 50 años, el oficio es navegar de marinero en Indias, no le falta para “su pasar”. Su mujer, Catalina Pestana de 30 años, hace losa. Tienen una hija de 3 años, Mª del Carmen
Casa nº3      Pascual de la Resurección, cuenta con 59 años, tiene como oficio cocinero, y paga regularmente. Su mujer, es Joaquina de Mesa que cuenta 62 años, hace losa y está al cuidado de la educación de sus hijos, Manuel de 21 años, sabe leer y escribir, se ejercita en el oficio de su padre, es mozo robusto y hábil. Su hermano Jonás, tiene 24 años, sabe leer y escribir, es marino en Indias. María hija es moza de 32 años y se ejercita en losa. Su otra hija, Estébana de 23 años, se ejercita en la losa. Convive también María de 10 años, nieta, se ejercita en servirles en el manejo de la casa.
Casa nº4      Josef de Arocha de 23 años, su oficio en el chinchorro, no es muy pobre. Su mujer de 38 años Francisca de Messa, hace losa, tienen un hijo Josef de 1 año de edad.
Casa nº5      Juan de torres de 54 años, su oficio andar a la mar en barco de pesquería, es pobre, esta infeliz, casado con María Elena de 48 años, se ejercita en fabricar losa para mantenerse, tiene cuidado con la educación de sus hijos. Agustina de 26 años, que ejercita el oficio de su madre al igual, que su hermana Josefa de 24 años, es moza. Sebastián tiene 22 años, es mozo robusto y de buena presencia, no sabe leer ni escribir. Y Teresa que tiene 20 años, es moza y se ejercita como su madre en hacer losa.
Casa nº6      Vicente Delgado, de 30 años, con oficio de navegar de marinero en Indias, es pobre y es decente. Su mujer María Perera de 35 años hace losa para mantenerse.
Casa nº7      Josefa Perera, viuda de 65 años, su oficio es hilar y la ocupación es ir a misa todos los días, es aplicada a los divinos, vive pobremente.
Casa nº8      Isabel Castellano, de 58 años, oficio hilar notablemente, se ocupa de la educación de su familia. Su hija Francisca de 29 años se ejercita con losa, hilar…, es moza. Igual que María de 18 años, que hila y hace losa. Vive pobremente.
Casa nº9      Antonia Rodríguez, viuda de 42 años, su oficio hilar, es pobre y vive con muchos trabajos. Anastasia, hija 12 años, se ejercita en hilar como su madre, es aplicada puede hilar cuatro horas al día de hilo.
                    María del Rosario hija 9 años, tiene el oficio de su madre, trabaja poco.
Casa nº10    Pedro Albertos, 27 años, su oficio de la mar, es enfermo, vive pobremente

Casa nº11    Juan de Nóbrega, casado 42 años, oficio viñatero, paga regularmente, coge tres pipas de vino y tiene un burro, siembra una fanega de trigo y dos de cebada.
                    Francisca Rivero, su mujer 31 años, se ejercita en hilar es muy aplicado al cuidado de la educación de sus hijos.
                    Mateo, hijo de 12 años, aprende el oficio de su padre.
                    Ana María, hija , 6 años, es aplicada a hilar y … es hábil.
                    Félix Antonio hijo 4 años.
                    Pastor Antonio hijo 2 años
Casa nº12    Josefa Lucia, viuda, 54 años, “partera” le va pobremente, anda despildrajada
                    Josefa la hija, 14 años, es moza, aprende el oficio de la madre.
Casa nº13    Violante Rodríguez, viuda 73 años, no puede ya trabajar, vive pobremente, y es infeliz
                    Catalina hija, 49 años hace losa
                    Francisco hijo ausente en Indias, oficio: navegar.
                    Juan Agustín, hijo, 12 años, sabe leer y escribir, va a la escuela.
Casa nº14    María Rodríguez, viuda, 45 años, oficio ejerce losa, pobremene y es infeliz
                    José gordillo, hijo 14 años, va a la escuela, sabe leer y escribir.
                    Gregorio Antonio, hijo, 7 años, va a la escuela aprende a leer y escribir
Casa nº 15   Josefa Alvarez Osorio, viuda, 51 años, su oficio es coser, y tiene sus pedazos de tierra, no le falta para comer.
Casa nº16    María Juana, 68 años, es pobre de solemnidad, infeliz, y despiltrafada.
                    Josefa, hija 25 años, su oficio es laborar en casas ajenas para mantener a su madre.
Casa nº17    Ana García Mora, 71 años, no puede trabajar, es pobre, es infeliz.


Abandonamos la calle de San Blas, con el salitre impregnando el alma. 
No mucho más tarde, el aluvión del año 1826, el temporal que arrasó tierras de cultivo y viviendas en la Isla de Tenerife, tuvo especial magnitud en Candelaria, ya que desaparecía la talla de la Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias, de su ermita, y con ella las casas de la Calle de San Blas.

Ahora se llama, Paseo de San Blas. Siempre será un lugar especial donde baten las olas impetuosas y sus riscos nos recuerdan parte de nuestra historia local.

Biografía
Blog Octavio Delgado Rodríguez
Blog Gen de Candelaria. Elías Torres Mesa
Página Manolo Ramos
Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife
http://www.rseapt.es/es/archivo/padrones-de-habitantes-digitalizado

martes, 7 de abril de 2020

LA VENTA


Mis padres: Chicha, Pablito y yo (archivo familiar)


Hoy más que nunca he sido, Toña la de Chicha, la de la venta de Santa Ana. 

Ante esta situación tan excepcional de cuarentena, por el COVID-19, salgo una vez a la semana a tirar la basura, y comprar en el súper lo necesario para reponer la despensa. 

Hoy me he puesto por primera vez la mascarilla, me la he puesto, como he oído a mis compañeros de la Escuela de Enfermería, esos profesionales que se esfuerzan en preparar a los mejores sanitarios. Ellos que cada día me enseñan hasta con un pequeño mensaje de humor, como se deben hacer las cosas bien, en estos momentos que nos toca vivir. Como actuar ante los demás para ayudar, enseñar, tranquilizar...
Pero esta tarde, fui Toña, la hija de la ventera del barrio.

Desde que nací, estoy detrás de un mostrador, primero en la venta de mi madre. Después en la venta de Manuel en el Barranco, más tarde, vendiendo medallitas con los curas, en el convento de La Virgen de Candelaria y en los últimos veinte años detrás de un mostrador en el Hospital La Candelaria. Y siempre con una sonrisa, como mi madre me enseñó, y como la vida me marcó. 

La larga cola de carros de compra, la tristeza reflejada en los ojos, el miedo en la piel, me dio un baño de realidad. Comprar rápido, en silencio, moviéndote para respetar el metro y medio entre clientela y trabajadores. La angustia que supone esa mascarilla quirúrgica pegada a mi nariz, el vaho cegando mis gafas, y al otro lado. Sus sonrisas, su amabilidad y su comprensión. Eso es lo que encontré en todos los trabajadores del supermercado. Y me resbalaban las lágrimas, no pude evitar, verme chiquitita, vulnerable, y allí estaba la cajera para sonreirme con sus ojos, y decirme, que tranquila que es normal, que nos acostumbraremos, que podremos juntos con todo esto.

Y yo la niña de pueblo, donde el salitre te peina desde bien temprano, no podía respirar. Y esa sonrisa y voz templada, me llevó a mi madre, a su venta chica con cuatro estanterías con poca mercancía, aquella mujer, que regalaba plátanos y "politos" de Orange Cruz con un palillo.
Porque el aplomo de su carácter para enfrentar las dificultades, yo creía que las había heredado, pero no, soy más débil que ella. Soy más débil que aquellas mujeres de postguerra, ahora tengo todo a mi alcance, puedo comprar lo que quiera. Pero, un bicho que no se ve, que no se huele, y no se oye, me deja inmóvil ante una cajera de supermercado. 

Y salgo al balcón, y aplaudo hoy con más ganas porque la cajera de mi super, es más valiente que yo. Solo tengo que quedarme en casa con mis comodidades, solo eso. Y hacerlo bien, tengo un hijo que también está detrás de un mostrador, pero sé que es más valiente que yo. Y mi madre, lo es aún más, que está sola en su casa mucho antes que el resto, lo estuviéramos. Y más valiente, es aún aquellos que comparten sus miedos con el aire, y buscan quehaceres nuevos, y nuevos entretenimientos, como mi otro hijo. Porque ellos solos y todos juntos sin decirlo, construimos algo nuevo e inmenso.

Yo ahora, solo quiero volver a mi barrio de Santa Ana, a la venta de mi madre, ayudar a cortar el queso y dispensar aceitunas, y escuchar las conversaciones de las vecinas. Porque en ese tiempo si estaba segura, detrás del mostrador, de la Venta de Chicha.