miércoles, 23 de agosto de 2017

Fiestas de mi pueblo

Después de repasar imágenes de estos días de fiesta en honor a la Patrona, tanto las publicadas como las familiares, me han dado ganas de escribir. Al margen de los dimes y "diretes" publicados, tengo que reconocer que hacía tiempo no veía tantos vecinos y amigos repartidos en todos los actos. El amplio abanico de actividades dio pa' mucho. Mis recuerdos más hermosos están vinculados a esta fiesta de mi pueblo.

El concierto de Rosana Arbelo en la Plaza de la Patrona, supuso un regalo para mí, un placer escuchar su música y tenerle tan cerca. Un día memorable.
Pasear por sus letras, es tomar la medida al mundo que nos rodea, con su sensibilidad y cercanía nos llena el corazón de valentía. El cielo de Candelaria, se rindió al poder de su arte. Nos regalo un "queremos más" y la sencillez la convierte en un ser querido y admirado.







El acto del programa de mano de la ceremonia de Los Guanches, me inyectó en vena el orgullo de provenir de una familia dónde vestirse de guanche, tocar los bucios y acompañar a la virgen el día 14 de agosto, era más que una tradición, más que una promesa, Isidoro Pérez (tío-abuelo político) y sus hijos, les recuerdo como les veía bajar la Calle Santa Ana dirección a la plaza para la representación y el respeto que ofrecían aún me acompaña, al igual que el sonido del bucio de Rosaura Marrero Fariña, mi tía-abuela que todavía si cierro mis ojos y evoco su rostro, me devuelve el recuerdo unos ojos limpios y nobles que tanto cariño me ofrecieron. Como no sentirme orgullosa de Los guanches, que cada año representan mis raíces y este año especialmente, he visto a Fernando Fariña tocar el bucio con el arte y el aplomo que da llevar sangre guanche en sus venas. Esos hombres y mujeres que siguen con la tradición merecen mi respeto y agradecimiento.
Elías Torres 













La imagen de la Morenita por las calles de mi pueblo, brilló como nunca, estoy segura que eso también es por la necesidad de creer, de tener fe, de que la esperanza nos acompañe y en su imagen evoquemos nuestros deseos más íntimos.
Noche de parrandas en memoria a Rosaura Marrero Fariña, volvió una noche más a unir los corazones de parranderos, estoy casi segura, que se paseaba con su cesta de pescado a la cabeza entre timples, guitarras y gargantas privilegiadas que entonan una Isa, o Folia con el alma que nuestros cantadores lo saben hacer. ¡Ay! Mi Eloísa, que parece que fue ayer cuando te fuiste.







Con los corredores llegando a la plaza después de recorrer los kilómetros que nos separan de la capital, esa multitud multicolor con un ramo de flores en sus manos, entre ellos también miembros de mi familia ofrecen su esfuerzo con sonrisas, un ejemplo a seguir cada día.




Este año, además le han dado un vuelco a la Ofrenda a la Patrona, y... volvieron a llevarme a mi infancia y a los relatos de mi abuela y madre, sobre nuestra fiesta.

El camión, tan presente en mis ancestros, mi abuelo camionero en aquellos tiempos, imposible no hacerlo presente con el pensamiento. Así como, a los pescadores, los de verdad, acercándonos a lo auténtico de nuestro pueblo.



Los figurantes muchas caras conocidas, y la música de nuestra tierra endulzando de fondo.
El reconocimiento a las lecheras de antaño, como bisabuela Emilia Petra Alonso Pérez, que recorriendo las veredas, repartió leche de sus cabras para sacar a su familia adelante, tengo el orgullo de contar que, mi bisabuela "la milita", me enseñó a ordeñar cabras y luego su hijo, mi abuelo Pablo. El arte de conectar con la tierra y regalar fuerza para hacerme fuerte ante la vida.

Como, no sentirme orgullosa de todos, hasta de aquellos, que con sus críticas, lo que buscan es que las cosas se hagan bien. Espero que el próximo año podamos relatar que han mejorado aún más y que cada participante de la fiesta provoca en los corazones, lo que hoy a mí, un vuelco de orgullo y esperanza porque la labor continúa.

Con todas las medallitas y estampitas que vendí en la tienda del convento con su imagen morena, haciéndolo como mis antecesoras me enseñaron, sin olvidarme de Clementina, esa mujer que sólo pudo regalarme cariño, y amor al trabajo por La Virgen. Cuantas anécdotas nos regalaron "los romeros", cuántas lágrimas vimos al otro lado del mostrador, cuantos milagros nos relataron... Somos un pueblo con multitud de caminos o veredas y todas con un destino La Basílica de Nuestra Señora de Candelaria. Con el deseo que la sonrisa de Jesús Mendoza, igual que tantas veces me regalo brille en el cielo. Me despido hasta el próximo año, si la Virgen de Candelaria, así lo quiere.

Nota: las imágenes aportadas son mayoritariamente publicadas en redes sociales, otras del archivo personal.