jueves, 14 de febrero de 2019

EL CABO DE HORNOS UN BARCO CARGADO DE SUEÑOS


El Cabo de Hornos un barco cargado de sueños.


Pepi sale desde Madrid el 5 de noviembre de 1958, rumbo a Cádiz para desde allí embarcar en el “Cabo de Hornos” con destino en Brasil, pesaba 42 kilos y perdería 2 en el trayecto. La mayoría de los viajeros tenían el mismo destino que ella, el vapor salió del puerto de Barcelona con itinerario Vigo-Cádiz-Tenerife-Brasil-Argentina. Lo que ignora Pepi que viajó en uno de los últimos trayectos que realizo el “Cabo de Hornos” antes de ser desguazado en los astilleros de Avilés en el año 1959.
El “Cabo de Hornos” fue botado el 4/8/1928 con el nombre de “Empire State”, rebautizado “María Pepa” y más tarde el 15/8/1941 como “Cabo de Hornos”. Realizó 192 viajes y traslado a más de diez mil pasajeros, entre ellos a Pepi.
Cuando la joven llegó al puerto de Santa Cruz de Tenerife, sus ojos no daban crédito, los nuevos pasajeros en su mayoría hombres apenas llevaban una pequeña maleta, las ropas limpias pero viejas y un halo de incertidumbre los acompañaba, pero había algo en todos ellos, sus ojos brillantes, con la luz que da la esperanza de perseguir un sueño de vida mejor, la miseria, la escases, la podredumbre darían paso al trabajo, las oportunidades, el progreso que les ofrecía la América soñada.
Junto a ella se sentó Micaela, una muchacha de apenas 15 años que viajaba con su padre, su rostro redondo era como una luna llena que vestía unos largos y rubios cabellos, pero las lágrimas bañaban sus pensamientos, porque tanto sentimiento opuesto había podido con la entereza que quería demostrar. Le esperaba al otro lado del Atlántico su hermano Juan y eso le daba fuerzas para lo que vivía en esos momentos. Pepi no sabe cómo ni cuándo, pero viajaron tomadas de la mano y llorando en silencio, una manera más de fortalecerse dos desconocidas.
Cuando los mareos cesaron, las dos mujeres, iniciaron confidencias y vivencias, Pepi relataba su inicio de aventura desde Madrid, “me espera, mi marido en Brasil, nos casamos hace dos años, en la Almudena. Mi madre me hizo el vestido, era precioso, y mis amigas Julieta y Paca fueron mis damas, llevaban un ramito de margaritas, ¡ay!, que me emociono… Nos fuimos a vivir a un pisito pequeño, pero mi marido, perdió el trabajo y las deudas crecieron, él marcho hace 4 meses a ese país y yo tengo muchas ganas de verlo. No te he dicho, soy costurera, mi madre también lo es, a su taller viene lo más selecto de la capital…
¿Y es muy grande la capital, Pepi? La interrumpe una Micaela, intrigada por saber de un lugar más allá del mar atlántico, que conoce. Deseosa de averiguar lo que existe en el horizonte azul al que está acostumbrada.
Sí que es grande, chiquilla, está llena de edificios y parques inmensos con árboles que más que sombra te ofrecen cobijo, y calles anchas, aunque algunas estrechas y angostas que nos llevan por un Madrid castizo y familiar, yo vivo en una calle así, bueno, vivía… Ahora no sé dónde voy a vivir, mi marido me escribió diciendo que cerca del mar, será bonito ver el mar desde la casa, porque detrás del mar estará Madrid.
Micaela, con voz bajita porque le parecía que dónde ella vivía no era tan importante como Madrid, le contó a Pepi de dónde venía:
Yo, desde el patio de mi casa sí veo el mar, ¡es tan grande!, cuando las “trineras” llegan a la Cueva de los Camellos, hacen sonar las bocinas, así sabemos que traen mucho pescado, antes mi hermano Juan se iba en el “Juana María”, así se ganaba unas “perras”, pero nunca eran suficiente para prosperar, además aquí le tienen manía porque es un “contestón” y eso a los caciques no les gusta, entre eso y que se peleó con Felipe el hijo del alcalde, tuvo que emigrar, y nos espera en la Argentina… dicen que es un país muy grande y con mucho trabajo, espero conseguir uno y no estar siempre cocinando para mi padre, aunque es bueno conmigo pero si no fuera que está Juan allí, yo no iba.
¿Y tu madre?, Micaela, ¿qué pasó?, ¿no tienes abuela?, ¿tías?
Las lágrimas invaden a la chiquilla, suspira y contesta despacito.: Madre murió y todo se torció, mi padre no se lleva bien con mi abuela Carmen, ella es de carácter y dice que mi madre murió por trabajar tanto, no es verdad, pero mi padre no se lo perdona. Y siempre estuve sola, bueno… mi prima Rosa sí que me quiere, es mayor y me hacía trenzas, me enseñó a leer bien, a respirar y sentarme como una señorita… supongo que la voy a extrañar mucho. Pero mi hermano Juan me escribió y dice que en la Argentina, voy a tener amigas y podré cocinar para gente importante, no sólo para él y mi padre. También me contó que allí a las chicas las dejan ir solas al baile, aunque no creo que padre me deje, igual consigo un buen novio, y que venga pronto porque como se me pase el arroz…
Pero Micaela si eres una niña, ya tendrás tiempo, para novios… A ver cuéntame ¿cómo son las fiestas en tu pueblo?
Divertidas, sí y con mucha gente. Vienen de toda la isla a ver a la virgen, nuestra virgen es muy bonita, élla me protegerá y me va ayudar en Argentina, eso me dijó mi tía Luisa, la madre de Rosa. La música de parrandas se cuela por todos los rincones, las guitarras parecen orquestas ellas solas. Se llena el pueblo de ventorrillos, son como bares, pero de quita y pon, y huele a pescado asado, a carne “cochino” y a “foguetes”.
¿Qué son los foguetes?
Son fuegos artificiales que se tiran al aire, y el sonido es a fiesta, así estamos tres días enteros, entre procesiones, comilonas y paseos… Igual no son importantes para ti, pero la gente se ve contenta y eso es bonito porque el resto del año, parece que están enfadados.
Sí que es importante, Micaela, porque nosotros también tenemos fiestas parecidas pero me parece a mí que menos bulliciosas. Cuando llegue a Brasil me acordaré de ti y de tus fiestas, así con el pensamiento te enviaré energía para que consigas tus sueños.
Nuestras protagonistas, tuvieron diferente fortuna, Pepi pasó dos largos años trabajando de dependienta, contenta por estar junto a su marido, conoció gente nueva y disfruto de su casa frente al mar, los recuerdos y la soledad en un país que no era el suyo le causó mella y como tantos otros emigrantes que no consiguieron hacerse al país que los acoge, regresó a Madrid, ahora de la mano de su marido, que no volvería a dejar, volvió para seguir buscándose la vida. Y siempre cuenta a sus amistades que cuando llegan las fiestas, su pensamiento es para aquella chiquilla que conoció en el Cabo de Hornos hacia Brasil, que a pesar de su juventud le llenó de fuerzas para superar la travesía.
Para Micaela, la vida le dio un revolcón, de nuevo. Nada más llegar su padre enfermó y murió, la tristeza se apodero un tiempo de ella, pero como llegó se fue, acostumbrada a luchar se levantó y consiguió un trabajo bien remunerado en una casa de postín, fue allí donde la fortuna la visitó, se enamoró de ella un hombre bueno con posesiones numerosas, ya no trabajó más, lo hacían otros para ella. Formó familia y aunque recordaba a sus allegados en la isla, no volvió. Aquella joven con coraje, no sólo consiguió sus sueños sino además enseño a los suyos a valorar el esfuerzo y la valentía. Vivió en el interior del país, lejos del mar, aquel mar inmenso que llegó a empequeñecerla, ahora el agua de los ríos del interior le bañaban y el verde de bosques le arroparon hasta conseguir hacerla feliz.
Las mujeres que un día se cogieron de la mano y lloraron en silencio, construyeron dos mundos distintos pero el comienzo fue el mismo, un barco que en su última travesía las llevo al nuevo mundo, a países dispares pero compartiendo algo grandioso construir sueños y hacerlos realidad. Cuando las manos se juntan y alguna lágrima resbala silenciosa, deja un sello imborrable de coraje y valentía, cuando unos suspiros se oyen sin estridencias se cuelan en los pensamientos para convertirse en poderosas razones, para sobrevivir y para VIVIR, todo aquel que se deje llevar por sus sueños más profundos, son valedores de admiración, y aquellos que se abandonan al pasar de los días sin pena ni gloria, si un día miran al horizonte y lo ven tan inmenso como Micaela, igual, solo tal vez, puede que se atrevan a soñar.



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