miércoles, 15 de noviembre de 2017

MI PRIMERA MAESTRA












Lala Mesa, fotografía de su perfil de Facebook



Cuando mi madre me dijo que había hablado para que fuese a mi primera "escuela", supongo me puse muy feliz, lo que sí tengo recuerdo es como Lala (la de Sasá), me recogía en mi casa y junto a otros niños bajábamos desde el barrio de Santa Ana hasta la Plaza de la Basílica. Cuando ella no me acompañaba, bajaba sola... Una verdadera aventura, a mi edad, con 3 o 4 años, iba sola calle abajo, dejando las escaleras largas y empinadas hasta llegar al callejón de Cartas y ahí... esperaba, porque Manolo Triviño desde su balcón me avisaba para que cruzara la Calle la Arena.

Ahora parece fácil, pero antes, la calle la Arena era transitada por coches en los dos sentidos y Santa Ana igual. Recuerdo la voz de Urbano, que vivía al final de la calle antes de empezar las escaleras,:"¡Antoñita, pégate a la pared" que vienen coches!. Mis queridos vecinos también me cuidaban.



Lala, era tan cariñosa que es imposible olvidar la paz que trasmitía, debía ser muy joven por entonces, porque ahora cuando la veo me sigue pareciendo joven. Las clases eran dónde ahora está el Restaurante Plaza. Ese fue mi primer contacto con la "Escuela", y lo conservo como el mejor de los momentos, el inicio del conocimiento, mis primeras letras. Si le preguntamos a Lala, seguro que nos cuenta como "sus niños" ahora tan "creciditos" como yo, le volvíamos loca, igual que tantas maestras, porque las horas pasadas entre pupitres alejados de los padres, son los testigos de lo que verdaderamente somos.






Cierro los ojos, y recuerdo aquellos estuches recién comprados de creyones, ese olor característico me acompañará siempre, y la goma "milán" que alargábamos usándola hasta que se nos quedaba en nada, y ese lápiz que apenas podíamos sostener entre los dedos. Ese material cada comienzo de curso era nuestra fortuna, cada vez que la cremallera abierta nos dejaba ver el "tesoro" de los otros niños, comparábamos inevitablemente con el nuestro. Y si alguno traía un estuche de los grandes, con más colores, hasta con regla... ya un suspiro se escapaba, tan entretenidos estábamos en nuestro mundo que aquellas disputas por la goma de borrar o el afilador, se convertían en batallas que terminaban con la frase: "cruz y raya, pa' toda la batalla".

La infancia, que lejana y hermosa aparece.

Homenajear a Lala es hacerlo a todas aquellas mujeres y hombres que nos enseñaron con toda la buena voluntad y la mejor de las intenciones, para hacernos "de provecho", lo que significa el conocimiento y entre líneas ofrecernos una idea de un mundo mejor dónde nosotros ser los protagonistas.

Gracias a todos ellos, por mostrarnos el camino. Aunque yo ahora lo personalice en mi primera maestra, de mi adorado pueblo.




6 comentarios:

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  2. Bonito y entrañable homenaje a estos hombres y mujeres que nos formaron en nuestra infancia.
    Recuerdo,¡cómo no!,a mi primer maestro.Mi primer día de colegio queda muy,muy lejano en el tiempo.No teníamos problemas para ir solos a clase,no había coches a los que esquivar.Con algo de suerte,veías uno o dos al día pasar por tu calle o por tu barrio.Camiones y algún furgón si que teníamos en la zona.

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    1. Muchas gracias por su comentario, es cierto, ahora parecen estos recuerdos lejanos pero no lo son tanto. Nuestros pueblos y vivencias han cambiado muy rápido.

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  3. Veo,con agrado,que tienes unos bonitos e interesantes relatos.Enhorabuena.Debo ser de las pocas personas que aún siguen leyendo blogs.Se aprende mucho en ellos.
    Y lo que más me agrada,en ocasiones,de estos pequeños relatos es comprobar que personas jóvenes,tienen aún interés en transmitir cosas a los demás.
    Te animo a que no pierdas las ganas y el interés en seguir publicándolos.Y aunque veas que no tienes comentarios a tus publicaciones,no sea este motivo para dejar de hacerlo.Siempre habrá alguién que los lea.Que aprenda o reviva algo con ellos.Aunque no los comente.

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    1. Reiterar de nuevo mi agradecimiento, porque aunque sé que hay quién me lee sin poner comentarios, el hecho de expresar lo que se siente a los que escribimos nos viene muy bien. Este blog nació con la sana intención de mostrar mis escritos, ante la necesidad de compartirlos. Espero poder contar en el futuro con su lectura y crítica. Un saludo.

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    2. Sea cual sea el tipo de trabajo que se acometa,desde poner un ladrillo,a sembrar una papita o la de narrar vivencias.Que se reconozca la labor, ayuda y es gratificante.Motiva más.
      Lo importante es hacer el trabajo con cariño y respeto hacia los demás y,por lo tanto,hacia uno mismo.Si encima te lo reconocen los demás,miel sobre hojuelas.

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