domingo, 25 de junio de 2017

Elegir no llevar una cesta a la cabeza


Revisar fotografías antiguas tiene mucho de revivir la VIDA. Repasando imágenes de mujeres campesinas en los campos tinerfeños, acarreando sobre sus cabezas grandes cestas de pescado recorriendo los caminos, piñas de plátanos de treinta y cinco kilos desde las plataneras hasta los salones, sólo se entiende cuando una madre, la mía, hace un rulo anudado con un paño y te lo coloca en la cabeza, estuvo ratos de gran paciencia para que yo fuese capaz de llevar una pequeña cesta, pequeña, de papas recién recogidas hasta la bodega donde se almacenaban. Nunca conseguí cargar con decencia una pequeña cesta, terminaba abrazándola entre los brazos, se me arañaban del roce pero no me quejaba, porque no era capaz de hacerlo como mi madre me enseñaba.

Así que, mis habilidades eran utilizadas en otras labores, lo de cargar en la cabeza no era lo mío.

Aquella madre que me trasmitía sus enseñanzas, supongo que se vería algo frustrada porque yo no pudiera llevarlo a cabo, y cuando miro esas fotos de otras mujeres me siento en deuda con ellas porque no sólo trabajaban en las labores más duras e ingratas sino que lo hacían con dignidad y una sonrisa.

En la finca de Punta Larga, me cuenta, que tenía que llevar cestas cargadas de “estiércol” hasta el lugar destinado para tratarlo más tarde como abono natural, de esas cestas pestilentes bajaban algunos “bichitos” indeseados y aún así no tiraban la carga y conseguían depositarla en el suelo sin que se esparciera. Una escena que ahora mismo no se daría, porque tiraríamos el recipiente lo más lejos posible de nosotras y acompañados de gritos de histeria. Pero eso hace grandes aquellas mujeres que en los años 50 y 60 participaron en la construcción de una nueva sociedad en Candelaria.

El agua, ese tesoro que no valoramos lo suficiente, porque sólo tenemos que abrir el grifo de casa, y sale un buen caudal. Mi madre me cuenta, que ella tenía que bajar desde el barrio de Santa Ana hasta Amance dónde estaba el chorro del agua, subir con un bidón a la cabeza por El Paso, el que conozca el lugar sabe que ahora está con escalones de cemento, pero antes los escalones eran de callados de la playa y arena. Ese líquido tan preciado lo mismo era para beber, cocinar, como para asearse o lavar la ropa, se imaginarán que con un bidón sólo no daba para tanto, cuando en cada familia el número de hijos tenía una media de seis.  

Si ahora se hiciese una “yincana” como en las fiestas de mi niñez, en el paseo de San Blas, deberíamos poner una prueba que fuese llevar una cesta cargada a la cabeza, y teniendo que prepararse el “rulo” cada uno. Estoy segura que esta prueba no la superaríamos, los trabajos duros de antaño han dado paso que no se consideran duros ahora, pero si nos paramos a observar a cualquier mujer nos daríamos cuenta que las labores han cambiado pero el esfuerzo no tanto.



Que me dirían de una mujer que se levanta a las seis de la mañana, para ir a trabajar, las que somos afortunadas y salimos fuera de casa, para poder hacerlo, han tenido que dejar lista la comida del día, la casa media recogida, hacer su labor por la cual recibe un jornal, que según las estadísticas, peor pagados que el mismo trabajo desempeñado por un varón. Y cuando termina la jornada remunerada, le espera la organización familiar, los hijos “chicos” si los tiene su cuidado y educación, las actividades complementarias sociales, que siempre las hay. Muchas consiguen alargar el tiempo para poder ver la tele, comunicarse por las redes sociales, leer, organizar el día siguiente y además llegar a dormir ocho horas. En el café de la mañana en mi trabajo, que comparto con otras mujeres, siempre nos quejamos de lo mismo: No me da el tiempo…, no nos da porque queremos seguir moviendo el mundo igual que antes lo movían nuestras madres y abuelas. Y que cuando nos digan que una tal Marie Curie es portadora de dos premios novel de química y física, nosotras no nos extrañemos, lo extraño es que los intelectuales del momento se lo entregasen a una mujer.

Es ahora cuando los noticieros nos recuerdan las mujeres asesinadas, sólo por serlo. Nos da un pellizco en el alma, y vemos que nos siguen matando. En países más alejados del nuestro, son las mujeres las que a sus espaldas siguen acarreando las cestas con té en China, las que en Bolivia atraviesan barrancos para hacer trueque, las que en África llevan el peso de su comunidad… En fin, unas en tierras lejanas, otras al cruzar la calle. Todas moviendo el mundo.

Mi madre no verá como acarreo cestas a la cabeza, pero debo contar que ella lo hizo igual que muchas como ella, y gracias a eso, yo pude elegir no llevarla.

6 comentarios:

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  2. Un buen repaso por el ayer de nuestras islas.Y por la vida de nuestras madres y abuelas.Grandes,Grandes mujeres.Felicidades.
    En la década de los 60,recuerdo verlas bajar del monte con "jaces" de leña,bidones o baldes de agua de las fuentes,pinocha.Y en la platanera,cargar con pesadas piñas.En la mar,con cubos o tableros de pescado,verlas subir del Pris y llegar a La Laguna y Santa Cruz.

    Como curiosidad decir: que al Rulo se llamaba también ruedo o rueda,según las zonas de la isla.Y de forma chistosa se le llamaba también "mata-suegras".

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  3. Gracias por su aportación a este relato, desconocía el término "mata-suegras", y recordar como acarreaban tan pesadas cargas, el Pris, La Laguna, Santa Cruz, o Candelaria al igual que el resto de pueblos isleños tienen muchas historias de mujeres valerosas.

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  4. Todos aprendemos de todos.Gracias a tí también por tus relatos y aportaciones.
    Que tengas unas felices fiestas y un buen 2018,saludos.

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  5. Muy bueno el relato y muy fiel a una realidad que seguramente algunos teníamos olvidados y otros simplemente no sabían o no se habían interesado por su existencia,cierto es también que las mujeres seguimos y seguiremos siendo el pilar que mueve el mundo, cierto es que muchas veces con la colaboración de muchos buenos hombres,que los hay,mal que les pese a muchos machistas indeseables,gracias por este relato y por lo que el mismo significa.

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    1. Muchas gracias por el comentario. Aunque ocurre cada día, parece que de vez en cuando, tengamos que refrescar la memoria colectiva de algunos aspectos y que las mujeres movemos el mundo.

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